20080816

Una de las muestras analizadas estaba más de un 1.800% sobre la norma surcoreana

CANADIENSES DICEN QUE CHANCHOS CHILENOS TENÍAN DIOXINAS HASTA EN LAS PATAS



Peritajes del Research Productivity Council de Canadá detectaron altas dosis del compuesto en carne producida por criaderos en cuarentena. Autoridades chilenas dicen que no saben si la carne alcanzó a venderse en supermercados y carnicerías. Y una última chanchada: no quieren decir las marcas con que usted podría haberlas comprado.

Por Jorge Rojas G.



Las tan esperadas contramuestras enviadas por el Servicio Agrícola Ganadero, SAG, al Research Productivity Council de Canadá para certificar la presencia de dioxinas cancerígenas en la carne de cerdo ya llegaron a Chile. Y aunque lo hicieron la semana pasada, sólo se han recibido la mitad y recién en estos días se dieron a conocer sus resultados: en la mayoría de los chanchos de los seis criaderos cuestionados, los animales tenían dioxinas que superaban enormemente el mínimo de la norma coreana, país que rechazó una partida de carne a comienzos de julio.
Así lo señaló a The Clinic la doctora Helia Molina, jefa de la división de políticas públicas, la unidad de la Subsecretaría de Salud que ha investigado la crisis. Pese a que el mercado asiático se abrió para los productos no cuarentenados, el dato agrava la situación de los industriales del chancho nacional (que destinan el 80% de su producción a la exportación), que ven peligrar el mercado de Japón y Corea del Sur por la presencia de dioxinas, un compuesto orgánico altamente tóxico que genera innumerables enfermedades, la más común el cáncer.
Algunos de los resultados arrojados por los expertos canadienses revelaron preocupantes niveles de dioxinas en las carnes, que hacen prácticamente imposible que sean aceptadas por las autoridades sanitarias coreanas. Para que un chancho entre a ese mercado, es necesario que contenga un máximo de 2 picogramos. Con ese umbral, disminuyen las posibilidades de tener un cáncer a futuro. Sin embargo, en muestras de lomo vetado sacadas del fundo Santa Anita -una de las plantas cuestionadas, propiedad de la faenadora Famisa-, se encontraron 36,7 picogramos de dioxina, más de un 1800% sobre la norma. Muestras de la Sociedad Agrícola El Tranque y las de Agrícola Los Tilos, otras dos empresas cuestionadas, tenían 15 y 12 picogramos respectivamente.
Aunque los informes canadienses son concluyentes, no cierran completamente el problema. La razón es bien simple: las autoridades nacionales, a más de un mes y medio de iniciada la crisis, no tienen idea del origen de las dioxinas. Tampoco qué se va a hacer con los chanchos. Pero la incertidumbre más grande que hay en la información que manejan el SAG y la Subsecretaría de Salud es otra, y compromete directamente a los ciudadanos: nadie está en condiciones de asegurar que las carnes contaminadas no se consumieron en Chile o si hay más criaderos infectados que sigan vendiendo chanchos dioxinozos.

CONSUMO INTERNO


Las primeras investigaciones del SAG, en julio, concluyeron que la fuente de la contaminación estaba en el alimento, especialmente -según dijo la subsecretaria de Salud, Jeanette Vega por la televisión- en el suplemento Energy Mass, elaborado por la química Quimagro. La primera medida de las autoridades fue suspender la certificación de exportadores a todas las agrícolas que hubieran comprado el producto y a quienes hicieran negocios con ellos. Así, dice el director del SAG Francisco Bahamonde, se eliminó de los mercados externos e interno la carne de las seis empresas en cuarentena.
-La carne que no certificamos no entra a Corea del Sur y ésa es la de los chanchos cuarentenados. Los productores no le pueden echar la culpa al empedrado, porque ellos son responsables de lo que producen. Nosotros somos la contraparte de los mercados externos y a ellos les garantizamos las cosas que nos piden –explica Bahamonde.
Pero eso es por los controles externos. Poco se ha hecho durante la crisis por los controles en Chile. En la Subsecretaría de Salud no existe una certificación similar a la que entrega el SAG a los exportadores y que asegure que las carnes de los supermercados y las carnicerías no contengan dioxinas.
El SAG y la Subsecretaría de Salud dicen no tener facultades para supervisar el mercado interno. Y entre los dos se reparten la responsabilidad: los del SAG dicen que sus colegas de Salud tienen a cargo el consumo interno y éstos alegan que era imposible cuarentenear a los seis criaderos infectados antes de tener la certeza que había en ellos más cerdos contaminados.
Por eso, se defienden en Salud, la medida recién se tomó el 24 de julio, veinte días después de la alerta coreana. Esto, en la práctica, significa que las carnes de los criaderos afectados estuvieron más de dos semanas disponibles en el mercado nacional, sin restricciones.
En la Subsecretaría de Salud a eso le bajan el perfil. La doctora Helia Molina, a cargo de la investigación, explica:
-No podemos asegurar que parte de esa carne no se vendió a la población. Nosotros no muestreamos carne en el mercado, sino que sólo en los cerdos de los planteles... Hubo un momento en que parte de los cerdos circularon, pero eso no implica riesgo a la salud, porque es un tiempo corto y puntual. Parte de nuestra cautela es que no llegue carne con dioxina a la población. Ahora, lo más probable es que hubo consumo de carne con dioxina en algún pequeño volumen –dice Molina.

DIOXINAS SIN MARCA

Ahora, pese a que se presume que la carne contaminada llegó al mercado nacional, los fiscalizadores no quieren dar los nombres de las marcas con la que se vendió. Y otra vez se pasan la pelota: mientras en el SAG dicen que la fiscalización del consumo interno está a cargo de la Subsecretaría de Salud y que todo es parte de la investigación, la doctora Molina asegura que el SAG conoce las marcas y sabe sobre la comercialización de ellas. Aunque pone un matiz:
-No necesariamente tiene marca, porque distribuyen a las distintas marcas. Pero las muestras que estaban negativas son fundamentalmente exportadores. Es muy poco lo que dejan para el consumo interno. No sé a quién le vende cada predio, porque el SAG tiene todo eso y ve la parte de comercialización. Nosotros damos la autorización sanitaria a los mataderos, a los criaderos, pero no tenemos nada que ver con la comercialización.
De los cincuenta criaderos industriales de cerdos que hay en Chile y que fueron muestrados, seis se encuentran en cuarentena y veinte se consideran fuera de peligro. Las muestras analizadas en Canadá señalaron que de 31 muestras provenientes de los criaderos cuarenteneados, 25 se encontraban sobre la norma. En los próximos días, además, se tendrán los resultados sobre el resto de los criaderos, además de los huevos, leche y otras carnes que el ministerio mandó a analizar hace dos semanas.
Las muestras de los 44 criaderos restantes aún no llegan desde Canadá. Mientras tanto -y sin tener certezas científicas de su limpieza de dioxinas- la carne que producen se comercializa sin limitaciones. Eso, hasta que los peritajes digan otra cosa.
-Lo más probable es que esté todo negativo, porque todos esos planteles exportan y han salido negativos en Corea del Sur y en Japón y eso es una garantía. Nosotros estamos muestreando por precaución extrema -cuenta la doctora Molina.
Hay otra cosa en que el SAG y Salud no se ponen de acuerdo: el destino de la carne retenida en los criaderos en cuarentena: 74.500 kilos ya faenados, aparte de los 150 mil animales vivos. Mientras la doctora Molina sostiene que es responsabilidad del SAG, en el servicio dicen que eso está fuera de su alcance.
-Estoy 100% segura que no se vende carne de los chanchos cuarentenados. Se hacen controles y tenemos el compromiso de los productores. Los chanchos cuarentenados se van a destruir. Hay un límite de dioxinas que fijamos y que igualamos con el de Corea del Sur. El chancho que pase esa cifra, chao. Pero al que tenga muestras negativas se le libera la cuarentena -cuenta la doctora.

RECURSO DE AMPARO

El mínimo del que habla la doctora, es el de la nueva norma que la ministra de Salud Soledad Barría acaba de firmar. En ella, al igual que la norma coreana, se establece que la carne de cerdo y sus subproductos que contengan más de 2 picogramos por gramo de grasa son consideradas nocivas para la salud.
En la norma, sin embargo, no se especifica cómo se va a medir la dioxina. Esto, porque en Chile no existen institutos calificados para hacer muestras seguras sobre el tóxico, pese a que pretende reforzar su perfil de “potencia agroalimentaria”.
-Chile no tiene la posibilidad de hacer estudios y muestras de dioxinas. Cada muestra de dioxina sale dos mil dólares y normalmente hay que tomar más de una. Lo que se hace con determinadas cosas que no se estudian es vigilarlas. Cuando se ve que la cosa está bien, porque el proceso productivo es el correcto y porque pasan tres o cuatro años donde no se detecta ninguna contaminación, deja de ser un tema. En este caso nunca hemos tenido un plan nacional de vigilancia de dioxinas, sino que se hacían muestreos para buscarlas –cuenta la doctora Molina.
El problema ha generado tanto ruido en productores y consumidores que, más allá de las normas que se acaban de dictar, la producción y el consumo de cerdos se han visto afectados.
Para el director del SAG los principales culpables son los productores.
-Hay irresponsabilidad de los productores de alimentos. Ellos tendrán que dar las explicaciones y nosotros aplicar las sanciones. Lo primero que va a pasar es la sanción del mercado, porque no van a seguir trabajando con esos productores –cuenta Francisco Bahamonde.
Las sanciones de las que habla Bahamonde comenzaron a aplicarse en el caso de Quimagro, hasta ahora único sospechoso -según las autoridades- de haber provocado el foco de infección de la carne con dioxinas. Desde que se prohibió la certificación a los productores de cerdos que usaran sus alimentos, la empresa ha recibido todas las devoluciones de criaderos que ya no quieren comprar su producto. Por eso, a fines de la semana pasada, la firma presentó un recurso de amparo económico contra la Subsecretaria de Salud, Jeanette Vega, y el director del SAG, por afectar las ventas de su producto sin tener la certeza de que ellos sean los causantes.

En muestras de lomo vetado sacadas del fundo Santa Anita, se encontraron 36,7 picogramos de dioxina, más de un 1800% sobre la norma. Muestras de la Sociedad Agrícola El Tranque y las de Agrícola Los Tilos, otras dos empresas cuestionadas, tenían 15 y 12 picogramos respectivamente.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Y sólo se pasan la pelota... Y por televisión la subsecretaria de salud nos dice que todo está bien, que no hay mayores riesgos para la salud al consumir estos cerditos y los televidentes comentan conformes: "bueno, ¡qué más da!, si al fin y al cabo todo da cáncer."