20080726

EL GRUPÚSCULO MÁS POLÉMICO DE LA POLÍTICA CHILENA

AQUÍ CAGÓ MORAGA



Los del PRI le abrieron la puerta a Mulet y los colorines expulsados de la DC pensando que hacían el negocio del siglo. Pero en menos de dos meses Mulet se quedó con el partido y echó a los del PRI histórico a la calle.

POR CLAUDIO PIZARRO



Cuando Jaime Mulet asumió la presidencia del Partido Regionalista Independiente, en una ceremonia efectuada el 31 de mayo pasado en el Hotel Grand Palace, agradeció a sus nuevos camaradas por acogerlo y les dijo que no iba a pasar aplanadoras y que respetaría “la historia, la gente y los principios del PRI”. Un mes y medio más tarde el panorama es justamente el opuesto: Mulet pasó la aplanadora, retrocedió y la volvió a pasar. Por supuesto, tampoco ha respetado ni a la gente ni a la historia del PRI. Aunque en su favor hay que decir que “la historia” del PRI se confunde mucho con “el pasado oscuro” de algunos de sus militantes, especialmente Juan Carlos Moraga, el que caga en esta historia, al que se ha vinculado con la CNI y quien, antes, había echado a otros “históricos”: Choro Soria e hijo.
Fue justamente Moraga, quien en enero, cuando era presidente del PRI, invitó personalmente a los diputados colorines, renunciados de la Democracia Cristiana, a integrarse a la colectividad.
Moraga, cuentan algunas fuentes, pensaba que los ex militantes DC “eran una carta interesante porque otorgarían visibilidad, inyectarían recursos (vía asignaciones), ofrecerían garantías a las nuevas generaciones y respetarían los estatutos del partido”.
Tras una breve marcha blanca, los diputados Jaime Mulet, Eduardo Díaz (ex UDI y ex DC) y Carlos Olivares se inscribieron como militantes a cambio de obtener la presidencia del PRI. Y Moraga, pasó de ser cabeza de ratón a cola de ratón, lo que es claramente un pésimo negocio. Pero al menos el ratón tenía tres parlamentarios...
Hasta ahí, todo bien. Pero, tras un par de semanas en el cargo, el estilo Mulet se hizo notar. Unilateralmente, aseguran los militantes “históricos”, el timonel cambió el logo (de PRI pasó a PRI- MERO CHILE, lo que leído al revés es Chile Primero, igual que la colectividad de Flores); modificó los colores de la bandera (porque el PRI tenía bandera) y trasladó la dirección del partido a la oficina del senador Adolfo Zaldívar en Santiago. “Los colorines llegaron como unas bolas guachas que nadie quería y terminaron llevándose literalmente el partido para la casa. Zaldívar es el poder tras las sombras”, alega Moisés Vivanco, consejero de la Región de los Ríos, que acepta hablar porque sabe que lo van a echar. Aunque las disputas mayores, asegura una alta fuente en el partido, comenzaron cuando el nuevo presidente intentó “levantar directivas paralelas en regiones, bajar a candidatos históricos y ofreció coscachos a Juan Carlos Moraga”.
“Cuando empezaron con estas maniobras Moraga les leyó la cartilla clara y se les atravesó a Jaimito y Adolf”, comenta un militante.
Moraga, hasta entonces vicepresidente del partido, terminó acusado de usurpación de funciones tras firmar un documento sin la autorización de Mulet y fue marginado de la nueva directiva. En la trastienda se aseguró, además, que Moraga había sido procesado por uso malicioso de instrumento público (pasaporte falso) y haber sido colaborador de la CNI, algo que éste niega.
Pero los conflictos entre “históricos” y colorines no cesaron. Cuando el partido se enteró que las intenciones de Mulet eran formar una alianza con Chile Primero, la colectividad fundada por Flores&Schaulsohn, los militantes antiguos pusieron el grito en el cielo. “Ahí nos enteramos que estaba todo cocinado y que antes de unirse al partido habían puesto huevos en distintas canastas”, asegura un militante “histórico”. Otro correligionario ofrece una interpretación más pedestre: “cuando nos casamos, la novia venía preñada”. En el fondo, admiten los moraguistas, la idea es “imponer la gente que está con Mulet y Chile Primero, porque tienen un acuerdo secreto con Piñera para la segunda vuelta presidencial”.
Pero aún faltaba el último golpe de timón. El jueves pasado Mulet, vía correo electrónico, citó al Consejo Nacional para las dos de la tarde. Pero el mail, aseguran los militantes, fue enviado a las tres de la tarde. Obviamente llegaron los que tenían que llegar. “Estaba Mulet, los otros parlamentarios y otros quince pelagatos, que eligieron en forma arbitraria una nueva directiva”. En la nueva directiva figura un nuevo cargo en el partido: el secretario administrativo, en manos de Eduardo Salas, secretario personal de Zaldívar y funcionario del Congreso. A estas alturas, ya no se habla de aplanadora. Se habla de Bulldozer.

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